
El espacio público en las ciudades actuales mexicanas
Escrito por: Rosalba Rojas | abril 1, 2019
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Todos tenemos derecho a la ciudad. Y, como arquitectos, compartimos la responsabilidad de diseñar pensando en la justicia espacial y en el bien común, creando espacios como extensiones de la ciudad y no espacios aislados que la dividan.
La ciudad es mixta en usos, flujos, estratos sociales… No hay espacio más democrático y cotidiano que la calle, donde conviven constantemente diferentes realidades. La sociedad latinoamericana hace unos años vivía con seguridad y la vida social se desarrollaba mayormente en espacios públicos como calles, plazas, zócalos, parques o espacios deportivos. La interacción social y el encuentro casual se llevaban a cabo entre árboles, prados, fuentes, comercios formales e informales.
A través de los años, la situación ha cambiado pues, desafortunadamente, la escasa seguridad, la mayor densidad poblacional y la reducción del porcentaje de áreas públicas per cápita han creado una nueva realidad urbana, haciendo aún más evidente la responsabilidad del sector privado en la toma de decisiones y acciones que aporten espacios democráticos, abiertos y seguros para la ciudad.

La sociedad actual continua en la búsqueda de aquellos valores que prevalecían en dichos espacios: seguridad, convivencia y construcción de comunidades. Estos valores despiertan actitudes y sensaciones humanas completamente naturales, atemporales y universales. La necesidad humana de la convivencia nunca podrá ser sustituida con la digitalización, ni con ningún otro componente contemporáneo.
Los grandes desarrollos y/o de usos mixtos son una oportunidad evidente para poder crear espacios democráticos con la ciudad. Por ejemplo, en el contexto mexicano, los centros comerciales, en general, al cumplir las funciones de espacio público con características de seguridad, convivencia, comercio, diversión y confort generan una afluencia cada vez mayor y más frecuente.
Pero, ¿qué pasaría si a ese desarrollo comercial o de usos mixtos le sumas los añorados elementos que recurren a las sensaciones atemporales de la calle misma? Hablamos de elementos como recorridos al aire libre, fuentes, vegetación, mobiliario para descanso, oferta gastronómica, entretenimiento, cambios de texturas y libres de contaminación.

El resultado es una interacción social más recurrente y de mayor calidad, cómo sucede en el complejo de Antara en la Ciudad de México.
Otro elemento que, dentro de los espacios aportados a la ciudad, provee valores agregados es sumar la creatividad artística, expresada en esculturas, hitos, piezas o instalaciones de arte, pero sin ser consideradas una amenidad o percibidas sólo por públicos conocedores. Es involucrar el arte para ser vivido, disfrutado, experimentado y absorbido por todos los usuarios; contagiando cultura, curiosidad y conocimiento. Abriendo la oportunidad a que el rango de interacción social se amplíe y aporte de manera trascendental al bien común, como es el caso de ARTZ Pedregal.

Estos proyectos se han vuelto un punto bifurcador para entender de qué manera sirve y funciona este tipo de aproximación arquitectónica para la sociedad mexicana, que siempre animan por la integración con la ciudad y sus usuarios.
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